Resumen
La evaluación de los aprendizajes de los estudiantes en la Universidad es una problemática compleja. Se inscribe en las prácticas que cotidianamente llevan adelante los docentes en instituciones educativas que presentan características idiosincráticas propias y que tienen por objeto un destino de formación específico. En esta oportunidad se hará foco en un aspecto que cobra relevancia en términos de formación de futuros graduados: la evaluación de las prácticas profesionales durante la formación de grado. Aparecen en nuestros contextos universitarios dentro de las “nuevas” formas de enseñar y de evaluar, producto, en gran medida, de la preeminencia que la temática de las competencias ha adquirido. Las demandas sociales a la Universidad se han ido acrecentando y en las últimas décadas ha estado sujeta a presiones diversas. Nuestra universidad es primordialmente profesionalizante y es necesario recuperar la responsabilidad social que tiene la Universidad frente a la comunidad. Es ella quien legitima los saberes adquiridos por sus graduados y garantiza niveles aceptables de desempeño en los diferentes campos profesionales. En este marco contextual complejo, se insertan las prácticas evaluativas de los aprendizajes de los estudiantes y en particular, las referidas a la evaluación de las prácticas profesionales. En la actualidad numerosos instrumentos de evaluación, intentan evaluar las prácticas profesionales. Entonces, sólo su implementación garantiza las buenas prácticas evaluativas? A partir de esta pregunta se analizará un caso particular de una cátedra destinada a la formación en el campo de la salud que ha desarrollado un dispositivo complejo para la evaluación de sus estudiantes.